Fábula de Esopo (Grecia, S. VII a. C.)
Un cabrero llamaba a las cabras al aprismo. Una de ellas quedó atrás, comiendo algo dulce. El pastor le arrojó una piedra con tan buena puntería que le rompió un cuerno. Y suplicaba a la cabra que no lo dijese al amo.
Ella dijo: «Aunque yo calle, ¡cómo lo voy a ocultar?, pues a la vista de todos está mi cuerno roto»
Moraleja: la falta manifiesta, es imposible de ocultar.
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